Tag Archives: status quo bias

Brian Leiter

Professional philosophy, like any hierarchical organization, also displays unpleasant bureaucratic features, such as cronyism and in-breeding. Philosophers often describe their discipline as being an especially “critical” one, yet much of the time philosophers are deeply uncritical, more so than most might believe. As Hegel appreciated, most philosophers tend to capture their time in thought, that is, they end up giving expression to and trying to rationalize the most deep-seated beliefs of their culture (vide Hegel himself, not to mention Kant). Much philosophy takes quite seriously our ordinary “intuitions”—untutored and immediate responses to particular questions or problems—in ways that might be thought suspect. Much philosophy fits the mold of a recent book by an eminent philosopher, whose publisher describes it as “reconcile[ing] our common-sense conception of ourselves as conscious, free, mindful, rational agents” with “a world that we believe includes brute, unconscious, mindless, meaningless, mute physical particles in fields of force”. But why think such a reconciliation is in the offing? Too often, the answer is unclear in philosophy.

Brian Leiter, The Future for Philosophy, New York, 2004, pp. 20-21

Jeremy Bentham

It is wonderful how forward some have been to look upon it as a kind of presumption and ingratitude, and rebellion, and cruelty, and I know not what besides, not to allege only, nor to own, but to suffer any one so much as to imagine, than an old-established law could in any respect be a fit object of condemnation. Whether it has been a kind of personification that has been the cause of this, as if the Law were a living creature, or whether it has been the mechanical veneration of antiquity, or what other delusion of the fancy, I shall not here enquire. For my part, I know not for what good reason it is that the merit of justifying a law when right should have been thought greater, than that of censuring it when wrong.

Jeremy Bentham, A Fragment on Government, London, 1776, preface

Jorge Dotti

En su significación sistemática e histórica, la acusación hegeliana vale como denuncia de toda actitud que proponga modificaciones ético-políticas, pues cualquier modelo o proyecto práctico presupone siempre, obviamente, que tal realidad (para modificar la cual impulsa a la acción) no se adecue a él. Precisamente por ello es un modelo de conducta transformadora y, a su manera, inevitablemente “abstracto”. La actitud contraria, el alabado “realismo” hegeliano, más allá del acierto en algunos aspectos de su crítica al moralismo, es también (cabe preguntarnos, ¿fundamentalmente?) quietismo, aceptación del estado de cosas. Solamente con la sacralización de lo vigente, de la que la dialéctica no parece ciertamente librarse, se evita la “contradicción del deber ser”. Cualquier propuesta regeneradora presupone, también es obvio, la existencia de aquello que niega, para tener ella misma sentido como ideal alternativo. Guiándonos por la letra hegeliana, diríamos que la medicina es tan “contradictoria” como la moral kantiana. En resumidas cuentas, encontramos altamente discutible este aspecto de las objeciones hegelianas a la presunta incoherencia de la teoría práctica de Kant. Consecuentemente, no podemos dejar de llamar la atención sobre el tipo de “superación” que el discurso especulativo garantiza y sobre el nexo que la “universalidad concreta” auspiciada por Hegel mantiene con la realidad efectiva. […] Común a las principales figuras del posthegelianismo será la acusación dirigida contra Hegel de haber manipulado los contenidos empíricos más dispares sin ningún tipo de justificación racional. Dicho de otro modo, se generalizará el rechazo a que pueda valer como explicación (teórica) y justificación (política) de los elementos que forman el contenido del sistema su mera presentación—por dialéctica que fuera—como “momentos” del autodespliegue de la sustancia-sujeto, una figura especulativa nacida de una hipostatización de dudosa validez gnoseológica. El rechazo entonces a la conclusión de la metafísica hegeliana, congruente con sus principios y particularmente llamativa en la filosofía del derecho.

Jorge Dotti, Dialéctica y derecho: el proyecto ético-político hegeliano, Buenos Aires, 1983, pp. 49-51