Monthly Archives: September 2007

Steven Pinker

[P]ublicly expressed beliefs advertise the intellectual virtuosity of the belief-holder, creating an incentive to craft clever and extravagant beliefs rather than just true ones. This explains much of what goes on in academia.

Steven Pinker, ‘So How Does the Mind Work?’, Mind & Language, vol. 20, no. 1 (February 2005), p. 18

Thomas Henry Huxley

I see no limit to the extent to which intelligence and will, guided by sound principles of investigation, and organized in common effort, may modify the conditions of existence, for a period longer than that now covered by history. And much may be done to change the nature of man himself. The intelligence which has converted the brother of the wolf into the faithful guardian of the flock ought to be able to do something towards curbing the instincts of savagery in civilized men.

Thomas Henry Huxley, ‘Evolution and Ethics’, in Evolution and Ethics and Other Essays, London, 1884, p. 85

María Esther Vázquez

Una vez, en un diálogo público que mantuvimos en una Feria del Libro, [Bioy Casares] nos explicó a mí y a la concurrencia que había tres clases de amores: “El fugaz, que dura el tiempo necesario para satisfacer el deseo y luego se olvida o se desecha sin pesar; el intermedio, que suele ser muy divertido pero al cual en un momento determinado lo alcanza el tedio y, entonces, se deja caer sin casi darse uno cuenta y, por último, los grandes amores que persisten en el recuerdo y a los cuales uno puede volver con renovado placer y esperanza. Éstos son los mejores.”

María Esther Vázquez, La memoria de los días: mis amigos, los escritores, Buenos Aires, 2004, pp. 142-143

Tyler Cowen

The Beatles are not getting back together again. Brahms is dead. Composers will not return to Baroque style in large numbers. It is we who hold the power of “the cheapest possible artistic revolution” in our hands. We need only will it. Imagine that if one year the world produced 200 brilliant symphonies, 5,000 amazing pop songs, 300 first-rate CDs of jazz, and 5,000 mind-blowing ragas. And that is just a start.

Tyler Cowen, Discover Your Inner Economist: Use Incentives to Fall in Love, Survive Your Next Meeting, and Motivate Your Dentist, New York, 2007, p. 72

Bryan Caplan

Nearly all modern economic theories of politics begin by assuming that the typical citizen understands economics and votes accordingly—at least on average. […] In stark contrast, introductory economics courses still tacitly assume that students arrive with biased beliefs, and try to set them straight, leading to better policy. […]

What a striking situation: As researchers, economists do not mention systematically biased economic beliefs; as teachers, they take their existence for granted.

Bryan Caplan, The Myth of the Rational Voter: Why Democracies Choose Bad Policies, Princeton, 2007, p. 13

Roberto Bolaño

Y cuando hubo movimiento todas las palancas empezaron a abrirse las puertas y el zapatero traspuso umbrales y antesalas e ingresó en salones cada vez más majestuosos y oscuros, aunque de una oscuridad satinada, una oscuridad regia, en donde las pisadas no resonaban, primero por la calidad y el grosos de las alfombras y segundo por la calidad y flexibilidad de los zapatos, y en la última cámara a la que fue conducido estaba sentado en una silla de lo más corriente el Emperador, junto a algunos de sus consejeros, y aunque estos últimos lo estudiaron con ceño adusto e incluso perplejo, como si se preguntaran qué se le ha perdido a éste, qué mosca tropical lo ha picado, qué loco anhelo se ha instalado en el espíritu del zapatero para solicitar y obtener una audiencia con el soberano de todos los austrohúngaros, el Emperador, por el contrario, lo recibió con palabras llenas de cariño, como un padre recibe a su hijo, recordando los zapatos de la casa Lefebvre de Lyon, buenos pero inferiores a los zapatos de su dilecto amigo, y los zapatos de la casa Duncan & Segal de Londres, excelentes pero inferiores a los zapatos de su fiel súbdito, y los zapatos de la casa Niederle de un pueblito alemán cuyo nombre el Emperador no recordaba (Fürth, lo ayudó el zapatero), comodísimos pero inferiores a los zapatos de su emprendedor compatriota, y después hablaron de caza y de botas de caza y botas de montar y distintos tipos de piel y de los zapatos de las damas, aunque llegado a este punto el Emperador optó velozmente por autocensurarse diciendo caballeros, caballeros, un poco de discreción, como si hubieran sido sus consejeros quienes hubieran sacado el tema a colación y no él, pecadillo que los consejeros y el zapatero admitieron con jocosidad, autoinculpándose sin trabas, hasta que finalmente llegaron al meollo de la audiencia, y mientras todos se servían otra taza de té o café o volvían a llenar sus copas de coñac le llegó el turno al zapatero y éste, llenándose los pulmones de aire, con la emoción que el instante imponía y moviendo las mandos como si acariciara la corola de una flor inexistente pero posible de imaginar, es decir probable, le explicó a su soberano cuál era su idea.

Roberto Bolaño, Nocturno de Chile, Barcelona, 2000, pp. 53-55

Peter Richerson & Robert Boyd

Some scholars, including most economists, many psychologists, and many social scientists influenced by evolutionary biology, place little emphasis on culture as a cause of human behavior. Others, especially anthropologists, sociologists, and historians, stress the importance of culture and institutions in shaping human affairs, but usually fail to consider their connection to biology. The success of all these disciplines suggests that many questions can be answered by ignoring culture or its connection to biology. However, the most fundamental questions of how human came to be the kind of animal we are can only be answered by a theory in which culture has its proper role and in which it is intimately intertwined with other aspects of human biology.

Peter Richerson & Robert Boyd, Not by Genes Alone: How Culture Transformed Human Evolution, Chicago, 2005, p. 4

Jorge Luis Borges

He declarado nuestro anverso de luz y nuestro reverso de sombra; que otros descubran la secreta raíz de este antagónico proceso y nos digan si la fecha que celebramos merece la tristeza o el júbilo.

Jorge Luis Borges, ‘A 150 años de la Revolución’, Sur, no. 267 (November-December 1960)